La auténtica Generación Z, los nacidos a principios del siglo XXI, no es una simple extensión de las anteriores, es una fuerza transformadora con una identidad política y social distintiva, tejida en la propia tela del globalismo digital y la conciencia ecológica.
Lejos de la apatía que a menudo se les atribuye, están profundamente involucrados,
pero su arena de acción y sus valores han redefinido el compromiso. Para la “Gen
Z”, la idea de fronteras se diluye ante la realidad de crisis que no conocen
pasaportes. Por eso apoyan causas de defensa y rescate a favor de Palestina y
Ucrania. Son intrínsecamente globalistas.
El cambio climático, la inequidad económica y la amenaza a la democracia
son problemas interconectados que exigen una solución global. Su educación en
línea, consumiendo noticias y cultura de todos los rincones del planeta, les ha
otorgado una perspectiva integral donde la aldea global es la única realidad.
Esta visión global se fusiona con un ecologismo urgente e innegociable.
No ven la sustentabilidad como una opción de estilo de vida, sino como una imperativa
de supervivencia. Han crecido viendo los efectos tangibles del cambio climático
y la contaminación industrial, lo que impulsa su activismo y su escepticismo
hacia las estructuras económicas y políticas heredadas que priorizaron la
ganancia a corto plazo sobre la salud del planeta. Heredarán un mundo en crisis,
y lo saben. Por eso, su activismo no es un pasatiempo; es una auténtica misión
de rescate.
La Generación Z se erige como un frente anti-conservador por excelencia.
La diversidad no es un concepto que tengan que “tolerar”, sino una realidad que
celebran y exigen que se refleje en la sociedad y en todas las instituciones.
Ellos no se ponen de rodillas ante nada, por eso chocan con tiranos y
dictadores, ellos quieren un auténtico desarrollo personal para todos.
Esto se traduce en un firme apoyo a las causas que sus generaciones anteriores
aún debaten con fervor, como el apoyo incondicional a la libertad de abortar de
las mujeres, que es visto como una extensión básica de la autonomía corporal y
un derecho humano fundamental, no como un debate moral polarizado.
También apoyan el matrimonio igualitario y la protección de las identidades
de género diversas son pilares de su visión de la justicia social. No hay
cabida para la discriminación basada en la orientación o identidad.
Por si fuese poco, están a favor de la autonomía al final de la vida. La
eutanasia y el derecho a una muerte digna son parte de su defensa de la
libertad individual absoluta, y el total control personal sobre la propia
existencia.
Esta postura progresista se cristaliza en un rechazo total al fascismo y
a cualquier forma de autoritarismo, chocan con las ideologías de la ultraderecha
contrarias a un humanismo puro y duro. No son nacionalistas, todo lo contrario,
ellos son globales.
Habiendo atestiguado el resurgimiento de la derecha radical en múltiples
democracias occidentales, entienden que el avance de los derechos humanos requiere
una defensa activa contra las ideologías y dogmas que buscan limitar las
libertades. Su activismo, a menudo canalizado a través de las redes sociales y
luego llevado a la calle, es una declaración de guerra cultural contra el odio
y la intolerancia.
La Generación Z es la primera en madurar en un entorno donde la
información y el activismo son instantáneos y virales. Esta conectividad les
permite forjar alianzas transnacionales y movilizarse a una velocidad sin
precedentes. No están esperando pacientemente a que se les entregue el bastón
de mando; están tomando la iniciativa, obligando las conversaciones, desmantelando
y cuestionando profundamente, los sistemas que consideran obsoletos e
injustos.
El mundo que heredarán está marcado por la
inestabilidad climática, la desigualdad rampante y las amenazas a la “democracia
imperialista”. Ellos lo saben, y por eso su compromiso con el globalismo, el
ecologismo y los derechos humanos no es teórico, es la estrategia de
supervivencia para un futuro que ya están viviendo. La Gen Z no solo sueña con
un mundo mejor; está activamente comprometido a construirlo desde ahora.
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