¿Puede un cardenal acusado de abuso elegir al Papa? La historia de John Dew y un escándalo que divide al Vaticano

 


Mientras el mundo católico se prepara para despedir al Papa Francisco y presenciar uno de los eventos más solemnes del Vaticano —el cónclave para elegir a su sucesor—, un nombre resuena con particular controversia: John Dew, cardenal neozelandés y uno de los 135 prelados con derecho a voto en la elección del próximo pontífice. ¿El problema? Fue acusado de abuso sexual infantil.

La acusación, que surgió en 2023, señalaba a Dew por supuestos abusos cometidos en 1977, cuando era un joven sacerdote destinado en una parroquia de Upper Hutt, en Nueva Zelanda. La parroquia albergaba un orfanato donde, según el testimonio de un denunciante, se habrían producido los hechos. Aunque la policía local no encontró pruebas suficientes para presentar cargos, el escándalo quedó sembrado.

El caso fue entonces trasladado al Dicasterio para la Doctrina de la Fe del Vaticano, responsable de los procesos canónicos por delitos graves como el abuso sexual. En junio de 2024, tras una revisión interna que no incluyó el testimonio directo del denunciante, el Vaticano concluyó que no había fundamentos para avanzar con medidas eclesiásticas.

Pero el asunto no terminó ahí. Organizaciones de apoyo a víctimas, como SNAP Aotearoa, cuestionaron el proceso. Mientras tanto, Dew mantuvo su inocencia y evitó declaraciones públicas extensas, limitándose a calificar el proceso como “doloroso y angustiante”.

Un voto bajo sospecha


Dew no solo sigue siendo cardenal. A sus 76 años, también es uno de los electores del próximo Papa. Según las normas de la Iglesia, todo cardenal menor de 80 años tiene derecho a participar en el cónclave. Y aunque el derecho canónico no impide que un cardenal bajo investigación —o incluso condenado— vote, el debate ético y mediático es inevitable.

¿Cómo puede la Iglesia, en pleno siglo XXI, permitir que alguien señalado por delitos tan graves tenga voz en la elección de su líder supremo? ¿Qué mensaje envía a las víctimas de abuso sexual y al mundo?

Más que un caso aislado



El cardenal Dew no es el único acusado de encubrir o participar en abusos que se sentará en la Capilla Sixtina para emitir su voto. El escándalo de los abusos sexuales en la Iglesia católica ha revelado una cultura de silencios cómplices y protección institucional. Que varios de los votantes del próximo pontífice tengan este tipo de antecedentes alimenta una profunda crisis de confianza.

En este contexto, la elección del nuevo Papa no solo será un asunto espiritual o doctrinal: será también una prueba moral. ¿Elegirá la Iglesia un camino hacia la transparencia y la reparación? ¿O persistirá en el doble discurso?

El rostro de una Iglesia dividida


John Dew es hoy el símbolo de esa fractura. Para unos, un sacerdote injustamente acusado sin pruebas contundentes. Para otros, un ejemplo de cómo la Iglesia sigue protegiendo su jerarquía por encima de la verdad y la justicia. En cualquier caso, su voto contará.

Y en esa papeleta, como en muchas otras que se depositarán en el cónclave, pesará no solo la fe, sino también el juicio de una Iglesia que aún no ha terminado de responder ante sus propias sombras.