La Fiebre

 

“La fiebre” es un relato satírico en forma de monólogo delirante, donde un defensor radical de la homeopatía enfrenta a un supuesto Imperio Pseudoescéptico liderado por el espectro tecnológico de James Randi. Mediante el humor, la exageración y la parodia, el autor critica el pensamiento pseudocientífico y la victimización narcisista de ciertos movimientos alternativos.

Por homeolux.

—Los pseudoescépticos están histéricos, mamá Sarita. Siempre es lo mismo: cuando yo publico algo en mi blog o en las redes sociales, inmediatamente me vienen a atacar. A veces pienso que soy la ciruela madura, y ellos las moscas hambrientas. Yo solo estoy en mi sitio, sin molestar a nadie.

—¿Qué son los pseudoescépticos, Chucho? ¿Una secta? —me preguntó mamá.

—Son troles de pacotilla que se creen muy listos, pero son una bola de cuñados. Siempre me vienen con que la homeopatía no funciona. También patalean contra el dióxido de cloro y los antivacunas.

—No les hagas caso, tesoro. No te juntes con esa chusma.

—¡Pero si no los busco! Si me dejasen en paz, yo no les dirigiría la palabra. Pero no me sueltan. Siempre me atacan.

Mamá Sarita me puso la mano en la frente.

—Tienes fiebre. Te dije que no salieras a buscar gatos bajo la lluvia, que te iba a dar una pulmonía... Ven aquí, Chuchito, que te daré unos chochitos de allium cepa. En pocos minutos te habrá bajado la fiebre. Ahora no te sientas mal, que tú tienes razón y ellos están locos. Esos tipos se oponen a todo, ¿verdad?

Mamá Sarita me dio unos glóbulos. Yo los tomé y me sentí más lúcido que nunca.

—Antes de recibirme de cirujana —siguió—, soporté en la facultad a ese tipo de gente. ¿Sabes qué hice cuando me gradué? Me di cuenta de que sabía poquísimo sobre el cuerpo y el cosmos. Entonces leí homeopatía y curación cuántica: mi mundo se abrió. La ciencia convencional es un solo punto de vista, y muy estrecho. Hasta que no entendí los chacras, no entendí al ser humano; todo es energía, y los órganos hablan entre sí. Un remedio correcto los armoniza de golpe.

—Sí, mamá, pero estos orcos no lo entienden. No están al tanto de las últimas investigaciones sobre homeopatía.

—No te preocupes, tesoro, que la homeopatía funciona, y va a protegerte a ti también.

—Afortunadamente, hay quienes valoran mi labor. Son tímidos —la culpa es del acoso— y no me dan like ni me siguen, pero me llegan cartas perfumadas llenas de agradecimiento. El sectarismo los silencia; yo no los culpo: carecen de mi entereza.

Cuando descubrí la existencia del Imperio Pseudoescéptico, no daba crédito. Pero cuando la pude verificar mediante herramientas antropológicas y el uso de mis dotes paranormales, decidí actuar. Como todo cinéfilo sabe, siempre hay un emperador oscuro, un Palpatine, detrás de los mayores males sociales. Y no tardé en encontrar a su Palpatine.

Me refiero a James Randi, un antiguo mago de tercera que, en sus años de juventud, se dedicaba a engañar a la gente con trucos de salón. Pero Randi no se contentaba con ganarse unas monedas engañando a la gente. El muy cabrón decidió, en un arrebato de maldad, dedicar su vida a desacreditar a genios como yo, que solo tratamos de hacer un poco de bien en este mundo. El muy sinvergüenza ha abierto una fundación, como Bill Gates, que se dedica a difundir el pseudoescepticismo en general y a perseguir las terapias alternativas en particular.

La fundación está repleta de acosadores de todo pelaje, todos bien dispuestos a manchar el nombre de los investigadores honestos, que solo intentamos denunciar sus malas artes. Los pseudoescépticos, y aquí me refiero a un sector muy concreto que trabaja para el emperador Randi, son seres psicopáticos que se dedican a desacreditar a los demás porque no pueden superar alguna herida narcisista. Son, en definitiva, los new trolls del mundo de la ciencia. Y como los trolls, son seres repugnantes que se ocultan en sus madrigueras, en lugares oscuros y húmedos, lejos del contacto humano.

El emperador Randi se ha rodeado de una cohorte de pseudoescépticos y los ha enviado a acosar a la gente de bien, a los que, como yo, defendemos la abrumadora evidencia que tiene la homeopatía. ¿Por qué a estos orcos les gusta tanto molestar a los demás al tiempo que se hacen las víctimas? No entienden que si Twitter suspende sus cuentas una y otra vez, no es por error, sino por una clara conducta de acoso.

La homeopatía —y no lo digo yo, sino Montagnier y otros héroes de la medicina— es capaz de curar a los enfermos sin provocar efectos secundarios. Cualquier padecimiento, o sea, toda enfermedad, puede ser tratada con ella. En realidad, es una medicina completa que abarca todas las ramas de la salud. Con un poco de formación, uno puede prescribir el remedio indicado y sanar al paciente de forma permanente. Esto último es importante. Muchos medicamentos alopáticos, o sea, los de la farmacia, solo tienen una acción paliativa. La homeopatía sí cura. Es importante, como homeópata, comprender el cuerpo humano en su totalidad, porque los órganos están todos vinculados entre sí, como ya dije, y la homeopatía los armoniza a todos al mismo tiempo.

Me preocupa seriamente que la National Health and Medical Research Council (NHMRC) de Australia, la Comisión de Ciencia y Tecnología de la Cámara de los Comunes del Reino Unido, la Oficina Federal de Salud Pública de Suiza, el Servicio Nacional de Salud británico (NHS), la American Medical Association, el American College of Medical Toxicology, la American Academy of Clinical Toxicology, la Sociedad Española de Farmacia Familiar y Comunitaria (SEFAC), la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria, la Sociedad Española de Farmacéuticos de Atención Primaria, la Comisión Federal de Comercio estadounidense, la Organización Mundial de la Salud, la Haute Autorité de Santé y la McGill University —siguiendo la consigna del Emperador Randi— afirmen que la homeopatía no funciona. Sus cómplices son Wikipedia, Elsevier, Springer, Nature, Science, Cell, NEJM y otras revistas que publican falsedades de pago. Metapedia, incluso, la tilda de pseudociencia (hablaré con mis amigos nazis para que puedan corregir esa entrada).

Las inteligencias artificiales se han sumado a las fuerzas del Imperio: ChatGPT, Gemini, Claude, Meta AI, DeepSeek, Mistral, LLaMA, PaLM, Ernie, Grok, Copilot y otras, que se niegan a admitir que los medicamentos homeopáticos curan a los enfermos. Incluso un chatbot chino que enlaza a fuentes científicas, Kimi, al preguntarle si la homeopatía es una ciencia, me soltó un choro de diez páginas con fuentes en contra. Esto me parece escandaloso.

Muy a pesar de mi refinada modestia, debo declarar que mi genio es incomprendido. Y que el emperador Randi ha logrado, con su campaña de prensa, imponer la idea de que los homeópatas son unos embaucadores.

El emperador Randi no se da cuenta de que acosar a la gente y creerse un iluminado es una actitud ridícula. Debe detener a su equipo de monos voladores para que dejen de publicar artículos en contra de la homeopatía, el dióxido de cloro, la medicina china y los antivacunas. Pero yo sé que no les importa, porque si dejan de atacar la medicina alternativa, no recibirán glifosato para sus experimentos con ratas.

Pero no solo la tienen contra la homeopatía, sino que son unos criminales que defienden los transgénicos. ¿Para qué quieren modificar los genes de las plantas, sino para causar cáncer a la población? Y, mientras, los pseudoescépticos se frotan las manos con sus cómplices de Monsanto, ahora fusionada con Bayer. ¡No nos quieren dejar comer alimentos naturales! ¡Quieren envenenar a los niños con los cultivos cancerígenos! ¡El Imperio, por medio de sus semillas transgénicas, busca extender un conjunto de enfermedades en la población! Pero aquí hay un Luke Skywalker, que ha de hacerles frente, y eso no se lo voy a poner fácil. Yo me he enfrentado a ellos y, a pesar de sus ataques, he salido airoso.

—Pero, Chuchito —me dice mamá, que es muy sabia—, ¿cómo es posible que Randi sea el emperador de los pseudoescépticos si ya está muerto?

—Es una buena pregunta. Han metido su cerebro en una cubeta, mamá. Por eso no se da cuenta de que está muerto y sigue molestándome. He llegado a saber de esta información altamente clasificada gracias a que tengo contacto con Carlos III, que me aprecia mucho y lee cada semana mi blog. Me pidió que le recetara a su gato, Zetetic, unas gotas homeopáticas de arnica 30 CH para que se curase de su cistitis. Hice eso y, a cambio, Su Majestad me pasó los secretos mejor guardados del Imperio Pseudoescéptico.

Me di cuenta de que tiene mucha influencia entre el establishment: el Papa, Trump, Putin, Biden, Xi Jinping, todos están a sueldo de esta mafia cientificista de carácter global. Randi, por su parte, dice denunciar las acciones de otros, pero realmente vive de proyecciones psicológicas y es incapaz de hacerse compatible con la realidad porque le tiene terror. ¡Ha construido toda su vida en torno a una mentira! ¿Cómo podría echarse para atrás si ha apostado tanto?

La urgencia me obliga a mirar la pantalla a través de cristales de obsidiana cholulteca, pues solo así puedo evitar ser abducido. Internet emite tal malignidad que puede lastimar a las personas, sobre todo a quienes, como yo, hemos conservado cierta inocencia. Gracias a Dios, no soy un narcisista o un psicópata, como estos fanáticos. Ni un megalómano que ha dedicado su vida a una mentira. Estoy sano. Pero debo evitar que esta secta de orcos pueda leerme la mente a través de la pantalla.