Podcast: Dios, ansiedad y algoritmo: por qué Gen Z busca creer


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Abrí el link y lo primero que pensé fue: vamos de nuevo. Otro titular alarmista, esta vez: “Are Gen Zers Becoming More Religious?” (¿La Gen Z se ha vuelto más religiosa?). La autora, Melissa Fleur Afshar, basa su narrativa en una (valiosa) encuesta reciente de YouGov + Bible Society en Reino Unido y también datos de la American Bible Society en EE.UU.—que muestran un aumento en el interés por la Biblia desde 2021.

Nada mal, ¿cierto? Pero el problema comienza cuando pasa de datos a sensacionalismo. Los resultados son del Reino Unido y EE.UU., pero el titular suena como si Gen Z entera del planeta hubiera encendido sus velas. “Casi la mitad dice creer en Dios o en un poder superior”, dice… pero la traducción numérica original es modesta: en Inglaterra y Gales pasa de 29% a 48% entre 2018 y ahora. Eso no es tan dramático como un “resurgimiento” mundial.

Afshar menciona que esto va al revés de una tendencia secular. Sí, cierto. Pero no contextualiza que norteamericanos y europeos siguen siendo la generación menos religiosa de la historia. En EE.UU., solo alrededor del 25 % reza diariamente o asiste a misa al menos una vez al mes. En Reino Unido, entre 2016 y 2018 el 71 % de 18–24 no tenía religión. Que suba del 29 % al 48 % creyente, aún deja a más de la mitad en lo secular.

Afshar sugiere: Gen Z busca comunidad, sentido, consuelo tras la pandemia. No está mal, pero los ejemplos son escasos, anecdóticos y casi poéticos, no sólidamente investigados. Es decir: sentimos que están volviendo, pero no sabemos lo suficiente del porqué ni de cómo creen.

El artículo pasa por alto investigaciones recientes, que indican que los hombres gen Z se acercan más a la religión, mientras las mujeres se alejan debido a percepciones del machismo en las iglesias, o que en UK, el repunte religioso entre hombres jóvenes viene acompañado de preocupaciones sobre radicalización conservadora en redes sociales.

Mi lectura final es que sí, hay un repunte leve, medido y localizado. No, no es un fenómeno global ni un genuino “retorno a la fe”. Podría leerse como una búsqueda genuina de comunidad en un mundo digital frío y aislante… o como un salto hacia lo cómodo en un mundo incierto. Lo cual, de nuevo, no está mal: siempre hemos buscado consuelo. Pero no es la Inquisición 2.0.