Y aquí confieso mi pecado capital: no aguanto que me quieran vender fotos y videos borrosos como si fueran el Santo Grial de lo paranormal. Ojo, no es personal —al otro lado del panel hay gente valiosa que aprecio: Jesús, Paco, Antonio Zamudio... hasta nos podríamos haber echado unas cervezas después. Pero entre compas, denme permiso de decirlo: es una falta de respeto al sentido común y a la dignidad del público.
Es como esos "jugos detox" que son pura agua con colorante verde: saben que la gente quiere creer, no pensar. ¿Es cinismo? Todavía no decido... pero sí sé que me revienta. Porque al final, el único fantasma real aquí es la honestidad intelectual... y ese sí que está bien desaparecido.
El video en cuestión es de esas típicas carreteras de dos carriles que parecen sacadas de una película de terror de bajo presupuesto. La cámara, por supuesto, no es precisamente una IMAX - más bien parece grabado con un Nokia del 2005 que pasó por tres generaciones de dueños antes de llegar a este investigador paranormal.
Y entonces, en medio de una curva que hasta un conductor sobrio tendría problemas para tomar... ¡ZAS! Ahí estaba nuestro amigo espectral, con su casco de obrero reluciente como si estuviera en su primer día de trabajo... en el más allá.
¿Qué hacía? Nada más y nada menos que preparándose para cruzar la carretera otra vez, como si la primera vez le hubiera salido tan bien. ¡Vaya obsesión laboral la del fantasma! Uno pensaría que después de morir atropellado, aprendería la lección. No salió bien la primera vez, ¿Qué crees que va a pasar?
Y luego pensé. '¿Por toda la eternidad vas a andar con lo mismo puesto? ¿En el más allá no conocen las mudas de ropa?'. Me reí imaginando al pobre fantasma atorado por los siglos de los siglos con ese casco, como si tuviera miedo de que lo volvieran a atropellar… aunque, técnicamente, ya estuviera en el top de los accidentes laborales.
—O sea, ¿el casco también es fantasmal? —pregunté—. ¿Los cascos tienen alma?
El escándalo fue instantáneo. '¡Respeta a los muertos! ¡Sus familiares podrían estar viendo!', gritaron. Ah, la ironía: ellos recrean al difunto como personaje de halloween, y yo que cuestiono el guion, de pronto soy el grosero. La brújula moral de ese lugar tenía más interferencia que un video de ovnis en los 80.
Después me enteré de que el público se dividió: unos se rieron y otros sintieron como si les hubieran escupido. Y ahí lo entendí: cuestionar el show no es falta de respeto… es devolverle el respeto que le quitaron al convertirlo en clickbait.
¿Qué pasa si alguien muere en pelotas? ¿va a andar en pelotas por toda la eternidad?
Si un mimo se muere… ¿su fantasma también finge estar atrapado en una caja invisible?
Si te mueres con brackets, ¿tu fantasma también se va a aparecer con ortodoncia?
Moraleja: Por si acaso, nunca me verán con un disfraz de dinosaurio inflable, de esos que venden en Mercado libre. No vaya a ser que en mi 'aparición fantasmagórica', la gente me recuerde más por el traje que por mi alma… que, al parecer, es lo único que no se puede editar en postproducción.